mayo 25, 2011

Ay! mis papás...

Tremendo state quieto nos da la vida una vez entrados en nuestros años dorados, o lo que se supone que deberían ser "años dorados". Mas bien son "años doritos", crujientes, algo agrios y algo saladitos...
Como padres no se han sentido alguna vez como en el limbo?. (Un estado o lugar temporal de las almas... y de los padres)
Alguna vez como padres no han sentido que se encuentran en ese estado? donde no hay ni pena ni gloria?
Toda la gloria que se alcanzó siendo padres dedicados y comprometidos, con el paso del tiempo y ante el crecimiento de los hijos, se convierte en algo que sin llegar a la pena es un estado ingrávido. Como que andamos flotando y los hijos ya no miran hacia arriba.
Los padres dejan de ser procurados y admirados - aunque siempre respetados- y los hijos ahora viajan en su propio carril hacia nuevos destinos y rebasan todo aquello que los formó, les dio gracia, los hizo excelentes personas ante nuestros ojos y los preparó para la vida.
Y así uno presencia que todo sucede rápido y de repente todo queda estático; como el estar en una dimensión extraña. Y los hijos se van distanciando; ya los padres no son interesantes, excepto cuando requieren alguna ayuda, para después volver a rebasar. Y uno se queda impávido, se queda "solo", se queda varado. Llegó el momento en que solo somos algún paisaje costumbrista.
Y responden airados, como quizá alguna vez respondimos así a nuestros propios padres: sí, me ayudaste a crecer, me formaste, me quieres mucho, pero ahora yo tengo que hacer mi vida.
Dejan de necesitar consejos. Ya lo saben todo. Dejan de amarnos con esa profundidad y admiración que nos tuvieron de niños; ahora solo somos un icono en la familia.
Si, nos quieren, nos procuran, nos abrazan; nos dan una corbata o un ramo de flores pero ya no esperan a que ahora los padres crezcamos, a que nos preparemos para ser mejores viejos.
Del primer término que ellos ocuparon en nuestras vidas, ahora somos, quizá, un viejo renglón en sus vidas como hijos maduros y ahora jefes de sus propias familias.
Y asì ellos crecerán, nosotros nos iremos y la historia continuará cuando sus propios hijos los rebasen y entonces quizá dirán:  mis viejos tenían razón.....